Crónica Geopolítica (27) – EL CASO DE BOLIVIA: Una lección más (I)
Oswaldo García Criollo
Las pasadas elecciones en Bolivia son una lección más para todos los países hispanoamericanos y esto incluye a México. Se trata de la caída de un régimen afín a Morena y la 4T, sostenido por subsidios a las clases populares de una nación de mayoría indígena. (Afín también al régimen bolivariano de Venezuela). Incluso López Obrador rescató a Evo Morales en una acción de alto riesgo, con un avión militar que lo trajo de Bolivia en el 2019 para librarlo de un golpe de estado.

Bolivia en Latinoamérica.
Bolivia tiene una extensión territorial de 1,098,581 kilómetros cuadrados, poco más de la mitad de México. Según el Censo de Población y Vivienda de 2024, la población de Bolivia es de 11.5 millones de habitantes. En 2024, el PIB per cápita se situó en aproximadamente 4 056 USD. Por cierto, similar al de Oaxaca. De acuerdo con el Censo de 2012, el 41 % de la población se reconoció como indígena; estimaciones para 2017 sugieren que la cifra podría haber aumentado hasta un 48%. El coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) en Bolivia se redujo de 0,60 a 0,44 durante el período 2006–2019. Hay 1 millón de bolivianos o descendientes de ellos fuera del país.
Analicemos que pasó en 2 décadas. Durante años, el MAS financió su modelo mediante el gasto público elevado, con fuerte dependencia en las exportaciones de gas y materias primas. Sin diversificación productiva, esto generó desequilibrios profundos. El déficit fiscal aumentó: de un superávit del 4,5 % del PIB en 2006, el país pasó a anticipar un déficit del 7,8 % en 2024. Las reservas internacionales colapsaron: de más de $US 15 000 millones en 2014, a cifras apenas superiores al centenar de millones en divisas líquidas a fines de 2024–2025.
Crisis de divisas e inflación. El tipo de cambio siempre fijado a Bs 6,96 por dólar facilitó el contrabando y drenaje de divisas, debilitando la balanza comercial. A inicios de 2025, las reservas líquidas eran mínimas (solo unos $ US 50 millones). La calificación crediticia fue degradada por Moody’s de Caa3 a Ca, alertando sobre un alto riesgo de impago. La inflación se disparó: estimaciones de más del 15 % en 2025, con cifras de inflación alimentaria entre las más altas de la región. La escasez de dólares impidió importar trigo y combustibles. Por ejemplo, el pan subsidiado redujo su peso de 100 g a apenas 60 g en dos años, un símbolo de la crisis. También hubo paros y protestas masivas en 2024 por la escasez de combustibles, la subida precios y la falta de dólares.
Un modelo fallido. El “milagro boliviano” que atrajo inversiones durante la bonanza se evaporó. La economía quedó atrapada en un modelo rentista, sin capacidad de adaptación ante la caída de ingresos del gas, lo que derivó en estancamiento, deuda creciente, depreciaciones, pobreza y descontento social
Desde finales de 2023, el MAS se fracturó en dos facciones: los arcistas (fieles a Luis Arce, el Presidente) y los evistas (leales a Evo Morales, el caudillo). Esto provocó tensiones internas, marchas y bloqueos impulsados por seguidores de Evo Morales que exigían el control del partido y su candidatura, a pesar de estar inhabilitado (grave error) por el Tribunal Constitucional. Esta división debilitó fuertemente al MAS que sufrió una deserción de sus propios seguidores. El intento de relección de Evo fue el inicio de la crisis. El voto nulo que pidió Evo se midió en un apoyo real electoral para él del 16 %. En lo oculto se había dado un aumento de la criminalidad, una debilidad en los órganos de seguridad y el efecto socioeconómico del Covid. En el plano conspirativo se rumora de acciones encubiertas de la CIA y el MOSSAD.
Voto de castigo y derrota electoral. El presidente Arce cerró su mandato con muy baja aprobación, comparado con el 55 % con el que ganó en 2020 como candidato designado por EVO. En las pasadas elecciones de agosto de 2025, la fragmentación del partido entre Arcistas y Evistas y el colapso económico favorecieron a candidatos centrista y de centro derecha, como Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, respectivamente, que lograron avanzar a una segunda vuelta para el mes de octubre, marcando el fin de dos décadas de hegemonía del MAS y de su caudillo Evo Morales. Bien por la sociedad civil boliviana por su voto de castigo, pero qué sigue !
El panorama de Bolivia no pinta nada bien. Con muy pocos legisladores de más de 166 elegidos el MAS (Movimiento al Socialismo) y la facción principal de su caudillo Evo Morales pueden radicalizarse y desestabilizar al país o pactar y participar en la reconstrucción. Debemos esperar al resultado de las elecciones en octubre para que el nuevo presidente arregle la crisis económica, reoriente la política de desarrollo y pueda sostener el gasto social sin provocar rupturas y revanchismo. En principio veremos que propusieron en las elecciones de primera vuelta. Veamos:
Rodrigo Paz (centrista, Partido Demócrata Cristiano)
1. Modelo económico “50-50” y descentralización. Propone que el 50 % del presupuesto nacional sea manejado por el gobierno central y el otro 50 % por gobiernos subnacionales (gobernaciones, municipios, universidades) .
2. Cierre o congelamiento de empresas estatales deficitarias
3. Capitalismo para todos y fomento de la iniciativa privada.
4. Reforma judicial y lucha contra la corrupción
5. Reducción del déficit fiscal y orden en el gasto
6. No recurrir al FMI.
Jorge “Tuto” Quiroga (centro derecha , Alianza Libre).
1. Austeridad fiscal y ayuda internacional por el FMI, el BID y otros
2. Reducción del tamaño del Gobierno
3. Tipo de cambio competitivo y liberalización tributaria
4. “Popular property title” de US$ 1,500 Entregar un título de propiedad simbólico para cada adulto, que podría usarse como garantía para acceder a créditos.
5. Reformas estructurales en hidrocarburos y litio
6. Restablecer lazos diplomáticos con Israel y EE.UU., y alinear el modelo económico a las políticas libertarias de Argentina.
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